lunes, 5 de septiembre de 2011

HOJAS

Es fácil, casi inevitable, pensar en el paso del tiempo cuando las estaciones declinan, sobre todo cuando se pasa de una estación cálida a otra fría. Ya se sabe: la eterna rueda que se repite desde siempre; el eterno empezar lo que ciertamente acabará. Y así se establece un paralelismo evidente entre el  paso meteorológico y la vida (nuestra vida). Todo y nada se repite. Nada es nuevo y todo lo es, como las hojas de los árboles, tan diferentes y tan iguales. Así, sintiéndome hoja entre hojas, veo palidecer el sol y siento los primeros escalofríos del presentido otoño. Miro el  cielo y miro cómo la sombra de  mi cuerpo se alarga más y más, buscando la cal humilde de las paredes.
Supongo que será cosa de la edad, supongo que esta melancolía que tengo es solo el prólogo del otoño. No sé. También supongo que todo esto no le interesa absolutamente a nadie. Y me pregunto qué diablos hago aquí, escribiendo cosas que a nadie le importan. Y me pregunto dónde dije esto mismo, hace no mucho y  por qué lo dije...
Somos únicos, somos iguales, somos universos que están solos. Dadme una palabra y moveré al mundo.

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