martes, 20 de febrero de 2018

ESTÁ AQUÍ (ESO)

Imaginemos un sistema económico basado en el crecimiento sin fin; imaginemos una célula cancerígena que creciera y creciera de manera exponencial, devorando todo a su paso, alimentándose de todo como un hongo parásito que transformara lo que devora en dinero y que necesitase de ese dinero para seguir vivo; que lo necesitase para respirar, para crecer, para imponerse sobre los demás y crear su sistema de vida alimentándose de toda clase de restos, con el único fin de seguir y seguir creciendo, con el único fin de perpetuarse sobre los demás, parasitando toda presencia que le sirviese para crear una especie endogámica, resistente a todo veneno, resistente a todo.
Alien se llamaba ese monstruo casi imposible de matar, ese monstruo que solo (curiosamente) vivía para matar, que hacía de su vida muerte para todo lo demás, de su sangre ácido, de sus mandíbulas constante amenaza, infinito miedo deshumanizador, presencia del horror y de la muerte.
Ese Alien está con nosotros desde hace mucho y sigue creciendo, cada vez más, con más ímpetu, con más voracidad, con más saña. No se le puede saciar con nada, siempre querrá más, siempre estará insatisfecho; codicia se llama su sangre; avaricia su lema; poder su mirada. Como un nuevo rey Midas, transforma en basura cuanto toca, aunque le dé apariencia de oro y convierte en desolación lo que mira, como Medusa transformara en piedra cuanto miraba.
¿Es Alien este monstruo? Su nombre son muchos nombres, atiende por todos y por ninguno, se escamotea, se camufla como un camaleón gigantesco; pero está ahí, siempre. Ubicuo, fétido, con las mandíbulas abiertas de par en par y las tripas prestas a la digestión lenta, como una boa constrictor.
Tiene  muchos nombres, sí. Guárdate de su mirada y prepárate para el Armagedon, pues estás el primero en su lista, aunque te creas a salvo ¡pobre!

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