domingo, 7 de enero de 2018

AMOR, AMOR O CÓMO CAMINAR SOBRE LAS AGUAS

Es cierto que siempre hay publicidad (cada vez más, más descarada, más recurrente), pero lo de las "entrañables fiestas" es de traca. Me refiero, por referirme a algo, a los anuncios de colonias, aguas de colonias, perfumes o fragancias, que por estos y otros nombres atienden los mencionados productos. 
La cosa merecería un estudio sociológico, cuando menos. Someramente apuntaré algunas características que me llaman la atención (a veces la indignación):
-En primer lugar, claro, los protagonistas, que son siempre hiper guapos, hiper perfectos, hiper sofisticados, hiper independientes; una estética con canon de belleza para realizar un thriller con ribetes románticos y/o eróticos o para flotar en un ambiente decadente con fotografía tipo David Hamilton. Es imposible pensar en un mundo feo  mirando a estos seres venidos de otros mundos (pero que están en este).
-En segundo lugar, los escenarios, que van desde una estética futurista, a lugares exóticos, ambientes de gran lujo o escenarios naturales que parecen sacados directamente de las páginas de National Geographic (tipo "parajes insólitos del desierto de Gobi").
-En tercer lugar, la realización, hecha con pulso cinematográfico de qualité, para narrar siempre la misma historia de encuentro fatal chico-chica.
-En cuarto lugar, los protagonistas: pareja heterosexual que aspira a la felicidad eterna y parecen no tener otra cosa que hacer que estar de fiesta, mirarse a los ojos como mochuelos rijosos o decirse al oído vaya usted a saber qué.
-En quinto lugar, el idioma, que ya no se molestan en traducir y que se reduce a un susurro ininteligible en inglés, francés o italiano (muy pocas veces en español).
-En sexto lugar, la actitud de los actores, que siempre bordea el éxtasis orgásmico y sólo pareciera que no hay nada como ponerse unas gotas del tal perfume para tener la corrida del año. 
-En séptimo lugar, los nombres de los productos, que siempre son cortos y sugerentes, abriendo un mundo de refinadas posibilidades estético-poéticas o de promesas ambiguas que, aunque no se sepa muy bien a qué conducen, se presumen siempre de alto nivel (adquisitivo, sensorial o afectivo).
-En octavo lugar, la música, elegida para ser moderna, pero sin pasarse, o que nos traiga nostalgias dulzonas que siempre quedan bien y son inofensivas.
-En noveno lugar (y claro, lo más importante), el mensaje último de todo esto; a saber: compre este perfume y será como esta actriz que, caminando sobre las aguas (como Jesús), nos invita a un dorado mundo de sensualidad y belleza que nos hará más guapos, más modernos y más sofisticados, ¡dónde va a parar!
En fin, nadie ya olerá mal; estamos instalados en un mundo lleno de fragancias contenidas en frascos de diseño, apasteladas o agresivas, suaves o violentas, aterciopeladas, decadentes, heroicas, frescas, oscuras... Hay para todos los gustos y todos los sueños, dependiendo del bolsillo. ¿Verdad amor? Digo: ¿amor, amor?



1 comentario:

  1. Otro engranaje más de este sistema, estancado en un falso utilitarismo con un precio desorbitado, disfrazado de realidad idílica. Muy de acuerdo con su palabra.

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