sábado, 21 de marzo de 2015

UNA CHOCHONA ENTRE COJINES DE RASO VERDE ELÉCTRICO O LO QUE NUNCA DIJO McLUHAN (O SÍ)

No sé si a estas alturas de la película habrá alguien que se crea algo de todo este tinglado. Y cuando digo "tinglado", me refiero a la puesta en escena de políticos y adláteres varios.
La campaña propagandística que los diversos partidos están desarrollando en Andalucía, por ejemplo, nos da el nivel exacto de lo que pasará en el resto del país; nos da el nivel, otrosí, de la catadura de los políticos locales/regionales/nacionales (que me da lo mismo). 
La cosa parece, en el mejor de los casos, una barraca de feria en el que los charlatanes de turno vociferan a grito pelado, subidos en una caja de madera, para atraer a cuanta más gente mejor, para vender un perrito piloto o una chochona con cara de tonta perdida, pero que queda tan ricamente como adorno encima de la cama rodeada de cojines de raso verde eléctrico. 
Los charlatanes gesticulan en un ballet aburrido, perfectamente previsible, con un escenario de fondo que siempre es el mismo: personas de buen ver, atildadas, preferentemente jóvenes (pero sin desdeñar a algún jubilado) que asienten sistemáticamente a cuanto el candidato/a asevera; da igual lo que diga, cuán grande sea la burrada que diga; cuán evidente sea la aseveración perogrullesca o cuán grande sea el dislate: ellos/as asienten como muñecos de guiñol activados por hilos invisibles, que recuerdan, por cierto, las entrañables muñecas chochonas antes mencionadas, pero sin cojines. ¡Sí, sí, señor/a! ¡Qué bien habla señor/a! ¡Qué labia tiene usted! ¡Qué razón lleva! Y así hasta el infinito y más allá, en bucle orgásmico de necedad repetitiva.
Mientras, el discurso/arenga, avanza entre tropelías verbales, asciende en curva (suave al principio, empinada después) para precipitarse luego en cénit embriagador en el que se desgañita el orador, inflamándosele las carótidas como tuberías atoradas... es entonces cuando se desata la locura colectiva y el aire se llena de aplausos y gritos de ¡presidente, presidente! mientras sube una música hortera de representación institucional. Los aplausos vienen  y van sin dirección determinada, surgiendo de todas partes como una mascletá sin pies ni cabeza, en justa respuesta a unas palabras similares. Pero suenan, que es lo que importa y todo parece venirse abajo, porque ¡lleva más razón que un santo, señor/a candidato/a!
¿Y los mensajes? ¡Hay, los mensajes! ¿Qué mensajes? ¿Pero es que hay mensaje? No será que el mensaje es el  medio? ¿O era al revés? La hostia. No sé, consultaré a McLuhan, a ver si me saca de dudas, mientras compro una papeleta en esta tómbola enloquecida. ¡Que me las quitan de las manos, oiga, que me las quitan!!

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