lunes, 1 de septiembre de 2014

UNA REALIDAD PARALELA Y UNA PREGUNTA SENCILLÍSIMA

Una pregunta sencilla: ¿para quién gobiernan los políticos?
Una pregunta de Perogrullo que tiene más miga de que lo que pueda parecer. En principio, la respuesta sería obvia: los políticos gobiernan para el pueblo que, democráticamente, los eligió (los hayan votado o no; aquí la estadística manda). Sí: para el Pueblo. Supongo que habrá quien diga que esto de "Pueblo" es término pasado de moda (como huelguista, sindicato o derechos laborales). Pueblo (así, con mayúsculas) sigue oliendo hoy a cosa sospechosamente rojilla, cuando no directamente comunista. Y ya se sabe que lo de comunismo todavía está directamente aliado con el diablo y huele a azufre que te cagas.
A lo que iba: si los políticos gobiernan para un Pueblo que los eligió (con más o menos mayoría), para un pueblo que confió en ellos... ¿por qué me parece a mí que éstos (los políticos nuestros de cada día) viven en una realidad paralela que nada tiene que ver con la realidad cotidiana a pie de calle? 
Ahora, sumergidos como estamos en un constante bombardeo del "qué bien lo hemos hecho, que ya somos la locomotora de Europa"; ahora, repito, cuando los índices bursátiles suben (o eso nos dicen); cuando las escaleras estadísticas inician tímidas escaladas... cuando nos cuentan que ya casi no hay crisis y que todo va (gracias a nuestros esfuerzos) de reputa madre... ahora me planteo una y otra vez si nuestros gobernantes electos saben distinguir entre estadística y realidad, entre macroeconomía y economía doméstica, entre poder absoluto absoluta pobreza... y así sucesivamente.
Señores, no sé para quién gobiernan (sí lo sé). Yo creí que un político debía facilitar la vida de los ciudadanos, debía darse a ellos en cuerpo y alma (dejémoslo en alma sólo), debía plantearse el bienestar de su Pueblo como primer y casi único objetivo. Eso creía.
Lo que estamos viendo es, repito, una realidad paralela, a lo Matrix, con gente que vive por encima de nuestras posibilidades. Una realidad que tiene vida propia, normas propias, ajenas a la realidad que (al menos yo) conozco. A lo mejor soy yo quién vive en una realidad virtual, porque esto de la ficción es cada vez más complicado...
Los ministros van a Europa a repartirse el poder y se desviven por conseguir la poltrona que los atornille al cebadero. Todo va bien. Lo real... ¿qué es lo real? ¿El desahuciado, el nuevo pobre, el salario mísero, la forzosa inmigración, las vallas cubiertas de desesperados hambrientos, los dependientes sin ayuda, la cultura ninguneada, los acuerdos con una Iglesia post franquista, las tumbas de una guerra infame que duermen aún en el olvido y la ignominia? ¿Qué es, dime tú, político resplandeciente de realidad paralela, de traje impoluto y sonrisa de hiena? ¿Qué ES?
¿Y tú me lo preguntas? (contestaría impertérrito): La realidad es que nada es real, salvo esta aseveración, claro, lo que nos lleva a plantearnos un dilema de difícil solución... pero tranquilo, que para eso estamos nosotros,  para aclararte las dudas... porque tienes dudas ¿o no?

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