martes, 16 de septiembre de 2014

NO ERES TÚ, QUERIDA, SOY YO...

España va bien. Punto.
Es lo que nos dicen ahora, repetidas veces, hasta el hartazgo, desde los llamados medios de comunicación (¿qué comunican?) y desde debates pontificales que hablan  con infalibilidad papal, impartiendo bendiciones orbi et orbi a quienes quieran entender o  a quienes les interese entender.
Y parece que va... bien, si uno se asoma a las primeras líneas de playa y a su bullicio (que ya no es tanto) colorista de calimocho, paella y cervecita. La gente disfruta; la gente reserva hoteles (no tantos días como antes, pero reserva) por internet en un ejercicio paciente de constante comparación en la búsqueda de un chollo que casi nunca llega. Los bares se llenan; alguien se atreve a comprarse un coche dejando aquel Opel con 200.000 kilómetros para el desguace; los pisos vuelven a la escalada de precios, recuperando valores que no se merecen (aquí no aprende nadie de nada)... en fin, que se podría vislumbrar un espejismo de bonanza.
Otra cosa es poner el oído atento por la calle, en la barra del bar de barrio, en la cola del banco, en la cola del paro, en esas terrazas que ya empiezan a languidecer por el presentimiento del otoño.
Vuelta al colegio, vuelta a los comedores, vuelta a los libros que se renuevan para decir siempre lo mismo (ya lo dijo Lampedusa), vuelta a la actividad política oficial, con sus declaraciones aburridas y con una amenaza secesionista en lontananza. El fútbol, la liga, las tardes de televisión resonando en bares cutres con olor a calamar a la romana, la renovación de la tarjeta del paro o la incorporación a un trabajo que parece tabla de salvación, sean cuales sean sus condiciones laborales.
¿Por qué esta sensación chata de grisura y dejadez? ¿Por qué esta sensación de estar en tierra de nadie, de estar en la trinchera de una guerra que no me pertenece y en la que espero una balacera inminente?
España va bien, me dicen ahora. Quizá sea yo el que no va bien. Pero uno es uno y sus circunstancias. Y una de mis circunstancias se llama, quiera o no, España.

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