jueves, 24 de julio de 2014

EL SECUESTRO DE DIOS

Que levante el dedo quien crea que estamos, de verdad, en un estado aconfesional. Ni Dios lo levantaría. 
La relación Estado-Iglesia (Iglesia católica, claro) es indestructible en España: son ya tantos siglos de convivencia que parece cosa imposible contemplar un escenario donde ésta (la Iglesia católica) vaya por su camino y aquel (el Estado) vaya por el suyo, sin más interferencias que las que pudieran ser lógicas en cualquier relación institucional. Pero no. Aquí no. Esto es España, señores: una unidad de destino en lo universal (¡!).
Viene esto a los hechos que están acaeciendo en la Facultad de Geografía e Historia, en la Complutense de Madrid. Resulta que allí existía una capilla católica, capilla que ahora se quiere convertir en aula, dadas las necesidades de espacio. ¡Horror! El obispado pone el grito en el cielo (nunca mejor dicho) y arremete contra decano, contra tirios y troyanos, interpone demandas, eleva oraciones, reclama libertad de culto (?¿), exige nueva capilla donde los estudiantes puedan rezar (será que para rezar es obligatorio un espacio determinado), organiza, en fin, reuniones en las que poder manifestar (libremente) el pesar por tamaña ofensa. En un delirio místico, escucho a una portavoz religiosa decir que "se ha secuestrado al Señor" (sic), al cambiar la cerradura de la puerta que daba acceso a la susodicha capilla.
Sí, Dios mismo ha sido secuestrado por desaprensivos que querían convertir un recinto sagrado en otro también sagrado (la educación lo es o debería serlo), aunque un poco más seglar, claro.
Dios secuestrado por un cambio de cerradura. Dios encerrado, imposibilitado su acceso al común mortal que se ve privado de la urgencia de la oración entre clase y clase. Dios, que, a pesar de la ubicuidad, queda preso en cárcel que  fue su casa... Dios casi desahuciado, aunque sin ser expulsado por antidisturbios a golpes de porra, ni por orden judicial avalada por banco infame.
Si estas manifestaciones se hubiesen producido en el siglo XV, por ejemplo, se estarían recogiendo ahora las pavesas del perverso que cometió tamaña ofensa al Señor. Pero estamos en el siglo XXI y las cuestiones de fe, irracionales (por eso son de fe), conviven en centros de ciencia por arte de acuerdos entre religión y estado y... las hogueras no arden ahora con carne de infiel, de perjuro o de apóstata. Ahora se inflaman las páginas de los diarios y las pantallas de los telediarios, en proclamas de obispos que piden la libertad de un Dios secuestrado y la libertad de un culto que no puede ser más libre ni más privilegiado. 
Mientras, la Facultad sigue con falta de recursos y la educación pública se resiente ante un aluvión de recortes... pero eso carece de importancia, son cosas mundanas que sólo afectan a la materia mortal... ¿o no?
Recemos, mientras, para que Dios nos libre de políticos ignorantes y de obispos fundamentalistas. Si es que aún nos queda fe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario