martes, 4 de febrero de 2014

AMOR DE MADRE

Cada vez que abre la boca, sube el pan (o la luz). Mejor: sube (me sube) la bilirrubina.
Sí: es la señora Cospedal hablando en directo (que no en diferido); hablando y definiendo lo que caracteriza al PP, o (para afinar más) lo que caracteriza al militante de PP. A saber: Él (el partido) es el único que acoge a ellos (a los militantes-simpatizantes-seguidores), quienes, a su vez, son los únicos (sí, LOS ÚNICOS) que aman de verdad a España ¡A ESPAÑA!
¿No les tiemblan las carnes ante tal afirmación? ¿No les recuerda afirmaciones paralelas dictadas por dictadores ultras en otros tiempos aciagos? ¿No les recuerda esta afirmación decisiones cuarteleras? ¿No les huele a sargento reenganchado, a Millán-Astray, a rancho de trinchera?
Ya estamos otra vez (¿y cuántas van?). Nosotros, la derecha, tenemos la exclusiva del amor a la patria, del amor a España; los demás son arribistas, comunistas, anarquistas de la peor especie (lo que ahora se llama antisistema o radicales de izquierda). NOSOTROS amamos a este país; los otros no; los otros lo odian, lo difaman, lo vilipendian, lo manipulan. El amor es exclusivamente  nuestro, repito. De ahí lo de las banderitas (que eres roja, que eres gualda), de ahí los himnos, de ahí los escudos y toda la parafernalia nacional llevada con orgullo patrio en pulseritas horteras o en fundas de móviles.
Otra vez el discurso patriotero, otra vez los salvapatrias, otra vez las enseñas y el amor (¡ay el amor!). Pero no. Así no; así: EL AMOR. Con mayúsculas, que se vea bien, coño. O nosotros o el desastre. Ya se dijo en el 36 y lo decimos ahora. 
Y que conste que por amor, por amor puro, hacemos lo que hacemos; porque amamos a ¡España! y, de paso, a vosotros, españoles todos al fin y al cabo (aunque os pese).

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