martes, 15 de octubre de 2013

EL CIELO DE LOS JUSTOS

La máxima expresión de la tragedia humana, así como de su estupidez y crueldad, es sin duda la guerra. Y de las distintas clases de guerra, la fratricida es la peor. Y de ésta sabemos mucho en España, por desgracia. En todas las guerras se cometen asesinatos (la guerra en sí, es un gran asesinato), se cometen atropellos, se cometen infinidad de injusticias y de abusos. No descubro nada de nada. La Historia se edifica sobre un montón de muertos, casi infinito, apilados en nombre de ideas, religiones, dioses, intereses económicos, odios de toda clase y condición... 
Digo lo anterior a raíz de la noticia sobre la beatificación masiva de "mártires" (más de 500) que se ha producido en Tarragona no ha mucho. 
La cosa es clara, la pregunta es lógica: ¿por qué a las víctimas del lado nacional se les llama "mártires" y a los del lado republicano no se les llama... nada? O se les llama simplemente "desaparecidos", cuando no habrá quien les llame cosas mucho peores... A unos muertos se los beatifica, se les entierra entre incienso y a otros, simplemente, se les deja en las cunetas, entre abrojos. ¿Los que murieron por defender la legalidad vigente, por sus ideas o simplemente por estar en el lugar menos adecuado... ésos ¿qué son? ¿cómo les llamamos? 
El señor Gallardón dice que el multitudinario acto religioso era "un acto de justicia". ¿Cómo llamar entonces al acto de dejar en el olvido a los miles de fusilados por los falangistas? El señor Gallardón afirma que el acto de beatificación no va contra nadie... y el acto de promover la búsqueda y desentierro de tanto asesinado oculto... ¿va contra alguien? El señor Gallardón se mueve como pez en el agua entre crucifijos, tonsuras y cardenales... y eso que el Estado español es aconfesional y laico. Menos mal.
El poder de la Iglesia española es inmenso, siempre lo fue y lo sigue siendo. Ceremonias como las que se han producido en Tarragona demuestran que no nos hemos quitado el olor a sotana. 
Me parece muy bien que cada quien recuerde a sus muertos y los trate con dignidad. También me parece, igualmente, que todos lo  muertos merecen un respeto y un recuerdo, y cada uno representa, en este caso, un momento de una historia infame, debidamente manejada, claro, por los ganadores. Siempre la Historia la escriben los ganadores. Luego, el tiempo, que todo lo filtra, va haciendo emerger la verdad, como una burbuja emerge lenta del fondo de las aguas enfangadas.
Ya tenemos 500 beatos más en esta España beata. Ya somos un poco más santos, un poco más buenos. ¡Y tenemos más cerca el cielo de los justos!

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