martes, 29 de enero de 2013

TELESERIES, ACTORES, PERSONAJES

Me pregunto si los actores de teleseries que llevan mucho tiempo interpretando al mismo personaje, serán capaces de interpretar otro. Es más: no sé si el personaje que llevan años interpretando terminará apoderándose de ellos y será, en realidad, su realidad, su otro yo, por no decir su yo. A fuerza de repetir los mismos gestos (en principio ajenos), a fuerza de repetir los mismos tics, la misma forma de hablar, de moverse... el personaje (me pregunto)... ¿no abducirá al actor? ¿Cómo desprenderse del personaje que da la fama, que forma parte de una rutina repetitiva, vital? Del mito del doctor Jekyll y el señor Hyde se podrían sacar paralelismos, quizá demasiado fáciles. Pero... ¿quién sería Jekyll, quién Hyde? 
Mientras, el actor de turno, quemado por su propio personaje, es incapaz de hacer otra cosa, arrastrado por las repeticiones fáciles (y supongo que lucrativas). De tanto hacer de tonto, el actor acaba siendo tonto, aunque él crea que controla al personaje y que sólo hace lo que cualquier profesional del ramo: fingir lo mejor posible. Mentir, en el fondo. De eso se trata: de hacer creíble lo falso; de hacer real la ficción del personaje. A base de repetición, de escuela. A base de poner en escena lo que se supone real, pero no es más que ficción, aunque esta ficción sea muchas veces espejo más o menos deformado de la realidad.
Y los políticos... ¿No estarán repitiendo ya el mismo papel demasiado tiempo? ¿No están ya abducidos por sus personajes? ¿No se están creyendo de verdad lo que dicen, lo que prometen, lo que mienten? Repitiendo y repitiendo están quemando sus personajes, pero no cejan en el empeño de transmitir su única verdad: la que imponen con el empecinamiento del recurso fácil de la iteración. Ya se sabe: di cualquier cosa miles de veces y acabará siendo verdad. La única verdad. La que dicta un personaje que se cree que dice la verdad, aunque él mismo sea de mentira.

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