Los manifestantes hablan a la pared.
Pero... ¡cómo? (dice la pared), si yo dialogo más que nadie. Si yo soy tolerante, receptiva, dialogante, progresista, circunspecta, democrática, liberal, justa, empática, ecuánime, simpática, caritativa, diligente, trabajadora, dinámica, discreta...
¿Y estos quiénes son? ¿Qué dicen estos perros flauta? ¿No quieren hablar? Pues que hablen, que griten. Yo a lo mío: a escuchar, a dialogar. No como ellos, que sólo gritan... ¿para qué? Si ya los escucho. Otra cosa es que les haga caso... que una pared es cosa muy seria. Para eso me han colocado aquí con la mayoría ABSOLUTAMENTE ABSOLUTA: para que no me mueva un ápice de mis cimientos. Es más: para que haga de mis cimientos la verdad universal, única, inamovible, inalterable, imprescindible, ubicua. ¡Con dos cojones! Dios y la Banca lo quieren. Él está con nosotros. En la pared. Y como nosotros, siempre lleva la razón. Para eso es Dios. Como yo, como nosotros, claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario