lunes, 23 de julio de 2012

MONTESQUIEU, LAS BARRICADAS, EL PUEBLO Y OTRAS CUESTIONES (ESTUPEFACCIÓN Nº 18)

El Congreso de los Diputados está blindado, se ha convertido en un búnker rodeado de vallas metálicas y policías que impiden el acercamiento al edificio. Para temblar.
¿Qué pasa cuando el símbolo supremo de la Democracia y la representatividad de un país se cierra sobre sí mismo como una ostra para "defenderse" de los ciudadanos a los que dice representar?
¿Qué se ha roto cuando los diputados se "protegen" como simples mafiosos, de alguna hipotética agresión?
¿Qué temen?
¿Por qué, nuestros representantes, puestos ahí por nosotros, se escudan de nosotros?
La fractura social ya ha comenzado. Cuando Montesquieu teorizó sobre la separación de poderes, nunca pudo suponer que alguno de esos poderes (el ejecutivo y el legislativo, por ejemplo) tendría que atrincherarse para escapar de la posible ira de los ciudadanos.
¿Y por qué esa ira? ¿Y por qué esa separación de lo que debería ser una continuación lógica del sentir popular, de la ciudadanía que delegó en los próceres de la patria su propia voluntad democrática?
¿Qué temen, qué hacen para temer, qué decisiones se toman para tomar la calle (perdonen el juego de palabras), para convertir las puertas del Congreso en puertas que parecen carcelarias?
¿Pero quién está dentro de la cárcel? ¿Ellos o nosotros? ¿Quién perdió el sentido del latir popular? ¿Quién se oculta y legisla a golpe de Decreto Ley y luego pone barricadas... por si acaso?

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