miércoles, 15 de abril de 2015

POP ULISMO (ENEMIGO MÍO)

No estaría de más reflexionar un poco sobre ese término tan de moda en estos momentos: populismo.
Es curioso que tanto la derecha como la izquierda ataquen a su enemigo común calificándolo de igual manera: populista; es curioso que ambos partidos (vamos a dicotomizar el tema, para entendernos), que se suponen antagónicos, coincidan ejemplarmente en este calificativo, usado siempre de manera peyorativa y lo usen como arma arrojadiza, tirándolo a la cara como quien escupe o difama.
Para empezar, señalaré que el término populismo no viene reflejado en el DRAE, es decir, esta palabreja no está oficialmente admitida por los académicos; viene, eso sí, "populista" y, por supuesto "popular". Está claro que estas palabras vienen de pueblo y encuentran en él su raíz. Me refiero también a populismo. 
Llama la atención que un partido como el PP, que lleva en su nombre la calificación de "popular", clame contra el populismo, término tan cercano y supuestamente afín. Pero claro... no es lo mismo "popular" que populismo, me dirán ustedes, aunque la etimología sea la misma. 
Hago un muy somero resumen de algunas supuestas características del populismo, siempre difícil de ubicar y con fronteras tan difusas que pueden cambiar según quién las contemple o recorra:
-Uso de una demogogia simplista (todas lo son).
-Recurrir a planteamientos emocionales básicos, en lugar de los racionales y analíticos, más profundos, pero más difíciles y, por lo tanto, más impopulares.
-Liderazgo carismático, personificado en un líder casi ubicuo que todo lo controla y todo lo pontifica.
-Oportunismo social.
-Llamamiento a la movilidad social (más importante que el pensamiento).
-Todo para el pueblo... ¿pero con el pueblo? (dejo ahí la pregunta como eco de un despotismo ilustrado más o menos paternalista)... etc.
Ahora pensemos un poco y examinemos en hemerotecas o vídeos discursos de líderes/as del partido gobernante o ex gobernante, en un ejercicio comparativo muy útil. ¿Qué partido no ha empleado en sus discursos alguna de las características que antes he apuntado? ¿Cual se ha librado de simplificar, de dicotomizar, de hacer planteamientos pseudo emocionales, de tener un líder todopoderoso, de ser oportunista hasta el vómito, de llamar a la movilización (ya sea por la defensa a la vida, por la defensa del matrimonio cristiano o cualquier otro tema), de llenársele la boca con un pueblo al que luego, eso si, ignoran cuando no desprecian; de ser paternalista cuando conviene, aunque se tenga la mano de hierro y el corazón de acero (hay amores que matan)?
Termino con otra reflexión: si mi enemigo tiene un enemigo que es también enemigo mío, tendré que hacerme amigo de mi enemigo.
Y ahí lo dejo.


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