martes, 22 de noviembre de 2011

PERDER EL TIEMPO

Quizá el tiempo sea como arena fina que llevamos en los bolsillos. Pero los bolsillos se nos rompen, se agujerean, y la arena va cayendo, apenas perceptible; va dejando un reguero tras nuestros pasos: vamos perdiendo el tiempo. Sobre el suelo queda, entonces, un camino de tiempo perdido, un camino del que no somos conscientes, un camino que no vemos. Al final, el tiempo se amontona, y nosotros, que somos tiempo y sólo tiempo, vamos dejando rastros de tiempo perdido por los rincones: tiempo que no volverá jamás; tiempo que se deshace y nos deshace. Tiempo que nos borra, mientras se va borrando.
De nuestros bolsillos seguirá cayendo un camino de desierto. A nuestra espalda, unas huellas casi desdibujadas, escribirán (ya lo hacen) nuestro destino y nuestro pasado, mientras nos creemos eternos. Como la arena que siempre es igual y siempre distinta.

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