lunes, 19 de diciembre de 2011

BLANCA NAVIDAD

Lo de las "navidades blancas" es el gran tópico invernal instalado en nuestro inconsciente colectivo. No importa que no nieve. No importa que estemos en el desierto: son blancas y basta. La gente sigue colgando de los balcones horribles hombrecillos vestidos de rojo, se siguen encendiendo luces más o menos horteras y los peces siguen bebiendo en el río (y beben y beben y vuelven a beber).
Quizá esperemos esas navidades de Dickens o de Capra, en las que la bondad triunfaba sobre una maldad estereotipada. ¿Necesitamos creer que algo bueno hay ahí, aunque sea una vez al año, con regalos para quien se lo pueda permitir? ¿Necesitamos la parafernalia de bolas y langostinos, de cenas y de loterías? ¿De verdad hay alguien que cree que hay que ser bueno (al menos solidario) a plazo fijo?
Me gustaría creer en el ser  humano y, de paso, en el espíritu navideño. De momento, seguiré con la duda sistemática, aunque, de vez en cuando, me coma alguna figurilla de mazapán y beba y beba y vuelva a beber.

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